Genalguacil - los Reales

RUTA GENALGUACIL-LOS REALES

Modalidad: En bicicleta de montaña
Distancia: 20 km
Dificultad:alta
Tiempo aproximado: 3 horas
A tener en cuenta: Fácil y cómodo recorrido que discurre por una magnífica pista forestal. El carril está asfaltado desde el rio Almarchar( ocenejo), hasta el área recreativa de los Reales. Lo más duro, sin duda, es la subida desde Ocenejo hasta el final de la ruta.

Emprendemos este recorrido en la zona alta del pueblo, junto a la fuente de la Huerta, donde también observamos un mosaico con el plano urbano de Genalguacil. Algo más adelante quedan las instalaciones de la cooperativa de castañas, un sencillo mirador y algunos de los elementos escultóricos que ocupan los rincones típicos de la población.
Ya en las afueras del pueblo encontramos el primer ramal, reconocible por un cartel de coto deportivo de caza, pero optamos por el carril principal que avanza a la derecha ciñéndose a las laderas ocupadas por encinas, chaparros y olivos. Algunos metros después aparece a nuestra izquierda la finca de Benanají, rodeada de una suerte de viñas. Ahora el carril se dirige hacia una hilera de chopos que cortejan al arroyo del Abrevadero, desde donde sale un carril a la izquierda que no debemos tomar.

El carril dibuja en este tramo una doble curva sorteando el arroyo de la Pasada que se une muy cerca de nuestra posición al arroyo del Abrevadero. Precisamente y en la ladera de este barranco se halla el cortijo de la Granja, rodeado de bancales y huertos, en un lugar verdaderamente idílico. Vira el camino a la izquierda quedando otro carril, cerrado por una cancela, a nuestra derecha; desde este punto contemplamos una bonita panorámica del pueblo de Genalguacil, destacando entre el caserío, la torre de la iglesia parroquial.

Ahora iniciamos una leve subida que nos permite vislumbrar hacia el oeste las poblaciones de Algatocín y Benarrabá y toda la línea montañosa de la Dorsal. La subida culmina en el puerto de la Loma; justo desde este punto parte un camino a la derecha que no debemos tomar. Por encima del carril se adivinan los restos de un rancho y hacia el sur se nos abre un nuevo paisaje, destacando la inmensa mole peridotítica de los Reales de Sierra Bermeja, ocupada por un extenso bosque de pino negral, donde los pinsapos, más oscuros, ocupan las laderas norte de este macizo.
Desde este momento comenzamos a descender entre la fragosidad del alcornocal y algunos ramales secundarios que dan acceso a las parcelas. Una de las fincas que atravesamos es conocida como Majada de la Higuera, que tiene su entrada principal entre dos enormes mogotes de piedra rojiza.

Llegamos al paraje de Ocenejo, justo donde el carril cruza el arroyo del Estercal en su unión con la garganta del Algarrobo, ambos forman el río Almárchar. A la derecha del vado queda una casita con acceso por un pontón de madera y a la izquierda, en unos bancales, hay instaladas algunas barbacoas.
Cruzamos el vado y nos aprestamos a vivir los momentos más duros del recorrido, ya que todo el trayecto que nos queda es en subida; por tanto, no estará de más tomarse con tranquilidad el reto y parar cada vez que nos sintamos fatigados. En un principio, la subida es sinuosa y pina, lo que nos permite ganar mucha altura en pocos metros. En una de las curvas se abre un ramal a la derecha, que no cogemos. En este punto también hallamos una señal que indica la dirección a Genalguacil; otro hito reconocible es la tablilla del coto deportivo de caza, que veremos con frecuencia en el resto de la excursión.
La vegetación típica de chaparros, encinas, quejigos y olivos que hasta ahora nos ha cortejado va siendo sustituida por los pinares, entre los que crecen palmitos y madroños principalmente. El siguiente hito es como una bendición: se trata de la fuente de las Mohedas que se halla en el margen derecho del camino.
Seguimos ascendiendo, ahora por un tramo más dócil, hasta que encontramos un ramal a la izquierda, reconocible por el cartel habitual de advertencia del peligro de incendios Este ramal se adentra por el precioso valle del río Almárchar y tiene continuación hasta el puerto del Estercal y la carretera MA-557 de Jubrique a Peñas Blancas. Por tanto, seguimos a la derecha, en constante subida y cerrados por la frondosidad del pinar que bordea el cerro del Porrejón. Muy pronto nos topamos con un depósito de aguas y unas casetas de la toma de agua; algo más arriba aparece a la izquierda del camino el nuevo hotel de montaña de Genalguacil, aún por inaugurar.

Proseguimos discurriendo por el amplio carril y ahora vemos un pino enmedio a modo de glorieta serrana, lo que indica que nos acercamos al tramo asfaltado, aunque próximamente se elongará hasta el hotel de montaña.
El nuevo trazado dulcifica la subida, aunque no dejemos de ascender continuamente. Arriba ya se divisan con nitidez las cumbres y cañadas de los Reales, cubiertas de pinos y pinsapos. Enseguida un cartel nos da la bienvenida al paraje natural.
Pronto encontramos una bifurcación a la derecha señalizada con un panel del paraje natural que indica el sendero a la Plazoleta. Ya falta menos para arribar al puerto de Peñas Blancas: tras un último repecho, llegamos a este importante nudo de comunicaciones, desde donde se disfruta de magníficas vistas de la costa mediterránea y del Valle del Genal. Existe un mosaico del término municipal del Genalguacil, con datos de interés que nos ayudarán a conocer más profundamente el riquísimo patrimonio natural de este municipio.

Tras el merecido descanso, reanudamos el camino, tomando la pista que se dirige al área recreativa de los Reales y al refugio Agustín Lozano, así indicado en el panel informativo del paraje natural. Subimos por la ladera que da vistas a la costa, entre un pinar-pinsapar acompañado de una gran variedad de arbustos, en particular madroños y brezos. Tras un par de curvas cerradas encontramos a la derecha de la carretera uno de los senderos de uso público, conocido como Paseo de los Pinsapos. Conviene hacer una pequeña parada en este sitio a fin de admirar el precioso bosque de pinsapos, ubicado en la umbría garganta del Algarrobo, rodeado de una extensa comitiva de pinos negrales y farallones rojizos. Todo ello contribuye a crear un paisaje cromático incomparable.
Accedemos a un ensanche de la pista, donde se halla el mirador de Miguel Álvarez Calvente, lugar propicio para echar un vistazo a la Costa del Sol más occidental.
Unos metros más adelante en el mismo cruce con otra pista ascendente, admiramos un busto que homenajea al botánico suizo Boissier, quien dio a conocer a la comunidad científica la existencia del pinsapo como nueva especie. La pista que sube se dirige a las antenas de telecomunicaciones y a la cumbre de los Reales.

Proseguimos llaneando por el paseo de Haenseler y Prolongo hasta llegar al refugio de Agustín Lozano , reconvertido en bar, que abre los fines de semana y durante la época veraniega. Desde su terraza, instalada en la parte trasera, se observa a vuelo de pájaro la ciudad de Estepona y un sinfín de urbanizaciones a largo de toda la costa mediterránea. Entre los pinos se esparcen mesas y bancos y una zona de barbacoas.
Para concluir la ruta, recorremos unos metros más, hasta llegar a la plazoleta de Salvador Guerrero, donde finaliza la pista. Desde el ensanche parten dos senderos, el primero de los cuales sale a la izquierda hasta una explanada para después convertirse en trocha que desciende hasta Estepona; el otro, señalizado como sendero de uso público, se dirige en corto trayecto hacia el mirador de Salvador Guerrero. Las vistas que de aquí se aprecian son indescriptibles, desde el Peñón de Gibraltar y las costas africanas, hasta la más cercana Sierra Crestellina a cuyos pies yace el blanco caserío de Casares. También hacia el suroeste vemos la Sierra de la Utrera, un precioso y desconocido torcal tan solo mancillado por los ventiladores eólicos. Más al sur quedan Manilva y Sabinillas, siendo visible la famosa Torre de la Sal. Hacia el sureste se divisan Estepona y los ríos litorales que descienden de Sierra Bermeja, como el Padrón, Castor, Velerín, Guadalmansa y Guadaiza. Más al este se aprecia la bahía de Marbella custodiada por la mole caliza de Sierra Blanca, y por encima de ésta se vislumbran las sierras Palmitera y Real, además de la carretera que sube de la costa a Ronda y cerrando este majestuoso mosaico montañoso, la Sierra de las Nieves con la cumbre del Torrecilla (1.919 m).
Desde el mirador parte un sendero que se dirige hacia un vallado, tras pasarlo se puede acceder a la cumbre de los Reales, aunque este tramo no es practicable en bicicleta.